martes, 17 de mayo de 2016

EL TEATRO DE LLUÏSA CUNILLÉ, de ANA PRIETO NADAL

 
EL TEATRO DE LLUÏSA CUNILLÉ
CLAVES Y TENDENCIAS EN SU PRODUCCIÓN 
DEL SIGLO XXI
de ANA PRIETO NADAL
Tapa blanda. 212 pág. 13,8 x 21 cm. ISBN 978-84-945155-2-1
Prólogo de José Romera Castillo.

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Fragmento:

 3. CONSTANTES DEL TEATRO DE LLUÏSA CUNILLÉ

 3.9. OBJETOS Y ACCIONES RECURRENTES

 
El objeto teatral, elemento visual manipulable por el actor con funciones diversas, es un estar ahí que produce relaciones humanas y sentido, y es también una figura con funcionamiento retórico. En el teatro un objeto no solo es un objeto del mundo que representa, ni es solo un elemento decorativo, sino que puede sugerir conceptos más complejos. 
En este sentido, señala Anne Ubersfeld que «La mayor parte de los objetos cuyas funciones utilitarias o metonímicas son evidentes, experimentan un entallado metafórico, una metaforización» (1998: 141). Más allá de la función que remite a una realidad exterior y referencial, los objetos en la obra de Lluïsa Cunillé suelen revestir una carga metafórica en relación con un personaje o un sentimiento.
 
Numerosos críticos han señalado la presencia de determinados leitmotivs que atraviesan todas las etapas de la producción de Lluïsa Cunillé. ¿Se trata de recurrencias deliberadas a manera de señas identitarias de una poética, o más bien de tics involuntarios de la autora que arrojan algo de luz sobre su particular universo? Xavier Albertí, en la entrevista que le hicimos,m responde del siguiente modo:
 
Yo alguna vez se lo he dicho: «¿Eres consciente de cuántas veces has usado esta imagen?» Y ella me ha respondido siempre que no. Por tanto, no creo que sea un elemento recurrente. Primero, porque eso quiere decir algo que a mí me encanta, porque me parece muy sustantivo, y es que ella, como cada vez pretende hacer algo distinto, no tiene ningún miedo a usar elementos que ya ha usado, porque están en un contexto nuevo y porque significan otras cosas.  Paralelamente a eso, yo creo que sí que hay un imaginario Cunillé, evidentemente, como hay un imaginario Pinter o lo hay de cualquier autor. Porque el autor construye desde ese imaginario, no puede hacerlo desde otro sitio. Ella misma —lo hemos dicho ya varias veces a lo largo de esta tarde— se fuerza a abrir el imaginario para especular desde sitios distintos, pero eso no impide que algunos elementos que están en el epicentro de su forma de entender el mundo vuelvan con la misma máscara o con algo ligeramente distinto. No creo que le preocupe lo más mínimo (Anexo I).
 
Más que enumerar estos objetos con carga metafórica o simbólica, hablaremos de acciones —que en realidad son actitudes— recurrentes en el teatro de Cunillé, e iremos asociando a este campo semántico algunos objetos escénicos. Algunas de las acciones más características de sus personajes tienen que ver con el recurso al juego y lo lúdico. Como señala José Sanchis Sinisterra, el teatro de Cunillé remite a una especie de ingenuidad originaria, a algo que linda con el juego infantil, con el «remedo primigenio y titubeante de la edad adulta» (2002: 143). Esta pulsión lúdica no tiene tanto que ver con la mera evasión y el deseo de escapar unos instantes de las tensiones y preocupaciones de la vida cotidiana, como con la reivindicaciónm de otra forma de afrontar la vida y las relaciones. Señala Puchades que «Imaginar es una palabra clave para entender el comportamiento de muchos de sus personajes y no confundirlo con una actitud escapista. Cunillé realiza ejercicios, sí, pero de introspección sobre la realidad, reflexiona sobre ella y emite una crítica a veces corrosiva (cómica) y otras desgarradora (trágica)» (2005: 4). ¿Qué formas adquiere este impulso lúdico en su teatro? Juegos —Dotze treballs, Ilusionistas—, adivinanzas y enigmas —Viajeras, Conozca usted el mundo, L’estany on els ànecs eren més bells que els cignes— y disfraces —«Cuando te disfrazas, es como si fueras otro, el disfraz es como si te diera algo que no eres», dice el anciano de Barcelona, mapa de sombras (Cunillé, 2007: 52)—. Tal como señala Fabrice Corrons (2009: 462), los juegos de imaginación en el teatro de Lluïsa Cunillé les sirven a los personajes para resolver o asumir hechos traumáticos, del pasado o presentes, apenas sugeridos.

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