martes, 16 de febrero de 2016

XAYRA de VOLTAIRE (Traducción de Vicente García de la Huerta de la obra Zaïre)



 Tapa blanda. 188 pág. 13,8 x 21 cm. ISBN 978-84-944029-9-9
 
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ACTO QUINTO
Entran OROSMAN, CORASMÍN y un ESCLAVO con un billete en la mano.
OROSMAN
Al ESCLAVO.
Ya está avisada y va a salir al punto.
Mira bien, que en tus manos tiene puesta
su suerte tu señor. Dala esa carta
de aquel cristiano aleve; considera
su semblante, sus ojos, sus acciones,
y vuelve a darme luego al punto cuenta,
y a informarme de todo. Mas ya sale.
Haz tú tu encargo.
A CORASMÍN.
Tú sigue mis huellas.
Vanse OROSMAN y CORASMÍN, y entran XAYRA y FÁTIMA.
XAYRA
¿Quién será el que me busca? ¿Quién permiso
tendrá de hablarme, cuando están la puertas
todas cerradas? ¿Si será mi hermano?
Si el Dios a quien adoro le franquea
la entrada por mi bien. ¡Pero qué esclavo
desconocido es este!
ESCLAVO
Nada temas,
señora. Este papel que se me encarga
entregarte, en secreto, será prueba
de mi fidelidad.
Da la carta a XAYRA, quien la abre y lee.
FÁTIMA
Oh, Dios piadoso,
haz que tu gracia y tu favor desciendan
a esté profano sitio. Del dominio
del bárbaro Orosman salva y liberta
mi princesa infeliz.
XAYRA
A FÁTIMA.
Tengo que hablarte.
Tú, esclavo, sal, y a que te llame, espera.
Vase el ESCLAVO.
Fátima, lee esa Carta.
Lee FÁTIMA. Di ¿qué debo
hacer ahora? Obedecer quisiera
de mi hermano las ordenes.
FÁTIMA
Dirías,
Xayra, mejor, las ordenes eternas
del gran Dios, qué dispone conducirte
a sus altares. No, no, como piensas,
es Nerestán: Dios es el que te llama.
XAYRA
Bien lo sé. A sus preceptos mi obediencia
responderá sumisa; el juramento
cumpliré; pero el riesgo me amedrenta
de mi hermano y el mío, el de los nobles
caballeros...
FÁTIMA
Ay, Xayra, que no es esa
la causa del temor que te comprime.
Tu amor, tu confusión hacen que temas.
Yo conozco tu espíritu. A los riesgos
mayores te expondrías, si no fuera
por la pasión que te acobarda. Advierte
tu error: lo que tú temes y recelas,
es disgustar a quien así te ultraja.
¿El alma atroz de un Tártaro, encubierta
mal aún en sus caricias, no te asusta?
¿Esa tigre feroz, que aun cuando afecta
que te adora parece que amenaza,
no te llena de horror? ¿Porque le dejas,
suspiras? ¿Gimes?
XAYRA
¡Oh! ¿Pues qué motivo
me ha dado él, de que yo quejarme pueda?
Yo sí que le he ofendido. Yo engañosa
sus deseos burlé; de su fineza
abusé, con fingir que deseaba
lo que a negarle estaba ya resuelta.
El aparato, el templo, el trono, todo
anunciaba, ¡ay de mí!, de la unión nuestra
próximo el acto. Él mismo ya venía
a conducirme y yo, cuando debiera
temblar a su presencia, tuve aliento
para engañar sus ansias. La violencia
de sus deseos sometió a mi gusto
difiriendo este enlace. Cuantas pruebas
pudiera desear, tantas me ha dado
de su tierna pasión, y...


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