viernes, 24 de noviembre de 2017

TODOS LOS CAMINOS CONDUCEN AL NARCO de ACOYANI GUZMÁN

TODOS LOS CAMINOS CONDUCEN AL NARCO
de
ACOYANI GUZMÁN

NUEVA COLECCIÓN:
DRAMATURGIA EMERGENTE
Tapa blanda, 224 páginas. 13,8 X 21 cm. ISBN 978-84-946696-9-9

http://www.esperpentoteatro.es/epages/78344810.sf/es_ES/?ObjectPath=/Shops/78344810/Products/129

Fragmento del prólogo
por RODRIGO JOHNSON

Tal vez lo más interesante de esta obra sea la manera en que los personajes se convierten en nuestras propias voces, no sólo cambiando de género y circunstancia, simplemente convirtién­dose en un susurro de culpa silenciada. Todas ellas somos noso­tros, el horror inspirado por la nota roja, que desgraciadamente en México se ha convertido en materia para hacer dramas

………………….

Acoyani Guzmán anda por un sendero de absoluta desola­ción y nos dice que “Todos los caminos conducen al narco” creo que es una cuarta distancia que va más allá de los países que la han formado. Chile, México y España hablan desde un interior femenino. Ella, Acoyani, ora por nosotros con los labios secos de muchas vaginas olvidadas.

Acoyani Guzmán


Fragmentos de 
"TODOS LOS CAMINOS CONDUCEN AL NARCO"
de ACOYANI GUZMÁN

 
IV.II EN LA CELDA

PULPO

Mira

A la CORDERITA.

Le muestra su tatuaje de la SANTÍSIMA MUERTE, 
lo lleva en el cuello.

Ésta me la tatuó un pescador, que salía todas las noches a cazar el tiburón al mar, en unas lanchitas con sus lin­ternas, hasta bien adentro se metía el cabrón, volvían a la mañana siguiente, los que volvían, le decían “el chico” y tenía tatuada la virgencita de Guadalupe en todo el pe­cho, para que le cuidará del mar.

CORDERITA

Ahhh, ¿y el señor de allá?

PULPO

Ese es Malverde, otro cabrón bien Chingón, de los hom­bres, el único que no te va a traicionar, a mi me cargó la chingada por un pendejo, así como lo oyes, cuando salga de aquí, nunca más, nunca más.

CORDERITA

Yo quiero pedirle algo al señor.

PULPO

Pídele lo que quieras, a ver.

CORDERITA

Quiero volver a ganar mucho dinero.

PULPO

Ay, mírale nada más, apenas entrando y ya pensando en los dólares, no pus eso te va a costar.

Pausa

¿Por qué dices que estas aquí? Yo llegue una semana antes que tu.

CORDERITA

¿Cuántos te cayeron?

PULPO

Me dieron cuatro años y medio.

CORDERITA

A mi siete, estoy aquí porque transportaba dinero y no sabía.

PULPO

¡Ah chingá! ¿Cómo está eso de que no sabías?

CORDERITA

No pus no sabía y nadie me decía nada.

PULPO

Ahhh, no pus si, “la CORDERITA”, claro, si te queda pei­nado el nombrecito ese. ¿Sabes una cosa?

Pausa

En esta vida, que te encierren es decisión de los santitos, así que “Cuando te toca aunque te quites, y si no te toca, aunque te pongas” Acuérdate muy bien de esa frase.



VIII.IV EL HORROR

PULPO

Ya te pasaste de verga Corderita, ahora si por tus mama­das nos va llevar la chingada.

CORDERITA

¿Qué te pasa o qué? ¿Te da miedo que te metan al bote? ¿O que te maten?

PULPO

Tenía hijos pequeños, habíamos dicho que niños no, ¿no tienes suficiente con el Ponchis?

CORDERITA

Se nos van a unir sus hijos, ya verás, van a venir por falta de dinero.

PULPO

Eso es precisamente lo que no quiero.

CORDERITA

Cuando su familia les falla, es más fácil para ellos matar.

PULPO

No quiero trabajar con esclavos del crimen.

CORDERITA

Mira, con dinero, se van a recomponer, se van a sentir con Estatus Social por primera vez en su pinche vida, los es­tamos ayudando.

Pausa

¿Si no tu qué crees?, si le perdonamos la vida a su mamá, pus iban a terminar igual vendiendo, trabajando en esto, pero con el otro bando, todos los caminos les conducen a lo mismo Pulpo, ya agarra el pedo. Al narco.

Pausa

¿Y sabes qué? Pus como dijo José Alfredo, “la vida no vale nada” así que si no te gusta, ya sabes lo que tienes que hacer.

PULPO

No todo es el dinero. Esos niños van a venir sí, pero no por poder sino por falta de amor. Hemos visto cosas dis­tintas pero todas horrorosas. Ni siquiera podría imaginar lo que sería ahora tener tus manos sobre mí, haciéndo­me un pinche masaje ambiguo entre el cielo y el infierno. Tampoco yo tuve una infancia de pinche ricachona, pero amor si tuve. Y veo esa niña que fuí en cada chamaco per­dido que vas comprando con humo y con miserias. Te veo a ti, a la niña que queda en ti. Pondré mis manos al fuego, porque ya hemos estado muertas, pondré mis manos y mi ser, ya me chingué, salir no puedo, pero con niños no por favor, con niños no.

Oscuro.



 MÁS INFO:

- Estreno previsto de "TODOS LOS CAMINOS CONDUCEN AL NARCO" el 29 de diciembre de 2017 en la sala NAVE 73 (Madrid), con dirección de Acoyni Guzmán y la interpretación de Sandra Herranz y Beatriz Alonso.

- Todos los sábados por la mañana puedes ver a Acoyani Guzmán con su compañía de teatro para bebés "Bambola Teatro" y su espectáculo "NADAR" también en NAVE 73: 
 


miércoles, 22 de noviembre de 2017

RÉQUIEM, de Ester Bellver

RÉQUIEM
de 
ESTER BELLVER
Tapa blanda, 132 pág. 13,8 x 21 cm.
 ISBN  978-84-946696-8-2

http://www.esperpentoteatro.es/epages/78344810.sf/es_ES/?ObjectPath=%2FShops%2F78344810%2FProducts%2F128


Fragmento del PRÓLOGO
por ÁNGEL GARCÍA GALIANO

En el principio era la lucha, una agonía de no saber y de que­rer vivir y amarlo todo hasta el final. En el comienzo fue la ago­nía secreta de asistir al misterio desplegándose, diversificando su magia iridiscente en arreboles de ensueño, miedo, gozo, ig­norancia y pasión. Protagonizar la vida fue solo el comienzo de la trama: se abre el telón, o una ventana de la casa paterna y el olor a ozono recuerda el de las tormentas infantiles, a un campo recién mojado o a pan recién horneado cuyo aroma se pierde en el fondo de un baúl lleno de recuerdos, algunos soñados, otros entrevistos, los más abrazados y dolientemente vivos. Al leer escuchamos jirones de nubes rosas, vemos resonar los ta­cones de una vedette descendiendo por titubeantes escalones de orillo, respiramos el aliento de los pasos perdidos de una reina desolada y firme abrazando su pérdida por los campos de Montiel, sentimos el olor untuoso de los lápices de colores recién usados… y aprendemos, ensayando, una y otra vez, a no esperar: no esperes, te dice una voz al fondo, detrás de bam­balinas, y un foco ilumina y ciega tu perspectiva de futuro; no esperas y por fin ves la fuente y reparas, jadeante por la subida, que en ella vas a beber cuando papá ya no esté. Y entonces, sorprendida, agradecida, descubres que ese era, y no otro, el tesoro escondido, sin mapa, sin plano ni memoria, y que por fin lo hallaste, agonizando la primera.


 Fragmentos de RÉQUIEM
de ESTER BELLVER


Tratando de tirar las cosas de tu padre, te encuentras con cientos de ellas que tampoco él pudo tirar de los suyos, incluido el traje de bombero de tu abuelo o un mechón de pelo de tu abuela; sus deberes, cartera y libros del cole­gio; las coletas que nos cortaron después de hacer la pri­mera comunión; los dientes que le poníamos al Ratoncito Pérez; ¡un colmillo suyo!, ¡nuestros ombligos!; su acor­deón de juguete; las muñecas que tuviste; los collares que usabas... Y aquello otro que tanto le gustaba a tu madre. Te encuentras llenando el bolso hasta reventarlo con todo tipo de porquerías: cajas vacías, bolígrafos rotos, cubiletes incompletos de parchises extraviados, una cinta casete sin identificar... En cada cajón que abres se despiertan miles de recuerdos que quisieras retener por siempre. ¿Cómo lo vas a tirar? Pues lo tiras. Tiras con saña al contenedor todas las grabaciones de vídeo que ha hecho tu padre du­rante toda su vida de toda tu vida y de la vida de todos los tuyos. Pero luego abres otro armario y aparecen las fotos: ¡15 álbumes de fotos! Y te encuentras con que las 101 grabaciones que acabas de tirar están copiadas de nuevo por si se estropeaban las originales y que también están todos los negativos de las fotos. ¡Y las diapositivas! Que no recordabas que también hubo una época para las dia­positivas. Ahí están, también a cientos, con su proyector y su pantalla de proyección... Creo que necesito una fosa para mí también.

………………………………..

La película de hoy no se ha grabado, no quedaba espacio, el móvil me lo avisaba: “No se puede grabar el vídeo”. Sin embargo, continué como que lo estaba haciendo, no podía interrumpir lo que ocurría. Estaba mi madre también en la habitación, había venido a verlo —llevan muchos años separados—. Mi padre empezó a contar cómo, el día que nació su primer nieto, antes de ir al hospital a conocerlo, pasó por El Retiro y vio en el estanque una barquita con una pareja de enamorados. Lo trasladó —dijo— a cuando era un chico joven y aún no había conseguido echarse a mi madre de novia: “Iba allí todas las tardes y escribía en el caballo tus iniciales. Soñaba con dar un paseo contigo en barca. Y ahora —pensé—, el mismo día en que una de nuestras hijas nos hacía abuelos, iniciábamos los trámites de la separación. Te fuiste y por eso yo viví aquello con Conchi, pero no tiene nada que ver, te he querido mucho, Mari, mucho. Y todavía te quiero”.

 
Más info en: