miércoles, 25 de noviembre de 2015

LOS DIABLILLOS ROJOS, de Eduardo Galán y Arturo Roldán

PRÓLOGO DE GUADALUPE SORIA TOMÁS
Tapa blanda. 212 pág. 13,8 x 21 cm. ISBN 9788494402982

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FRAGMENTO DEL PRÓLOGO DE "LOS DIABLILLOS ROJOS", POR GUADALUPE SORIA TOMÁS

La segunda obra que nos ocupa, Los diablillos rojos, nace de la colaboración de Galán con el psiquiatra, psicoanalista y escritor Arturo Roldán. La pieza, dirigida por Francisco Vidal, está protagonizada por Beatriz Carvajal, una de las grandes cómicas de nuestra escena, en el papel de Toñi, junto a Juanjo Cucalón, como Andrés. Ambos interpretan a los pacientes -una aquejada de alucinaciones visuales, el otro del síndrome de Cotard- que tratan los psiquiatras interpretados por Sergio Pazos y Montse Plà. La producción cuenta con el aliciente de las proyecciones de los diablillos rojos -visiones de Toñi- diseñados por José Gallego.
La medicina ha sido terreno abonado para la comedia, proclive a la construcción de personajes que muestran determinados rasgos extremadamente exagerados. En el caso de los trastornos de la conducta, contamos, como claro antecedente a esta obra, con el éxito de Toc-Toc, de Laurent Baffie, presente en la cartelera madrileña de los últimos años. En unos breves comentarios sobre el génesis de Los diablillos rojos, Roldán afirmaba que:
“La delicada línea que separa lo normal de lo patológico tiende a borrarse cuando se trata de las llamadas enfermedades mentales. Sus síntomas, vistos desde la zona de confort, desde este espacio cotidiano en que nos movemos todos los días, parecen disparates de una mente trastornada y, por lo tanto, alejados de nosotros.
Pero en todo ser humano, en cada uno de nosotros están los mismos deseos, los mismos sueños, los mismos miedos que muestran aquellos que están etiquetados por las distintas categorías psiquiátricas.
Es precisamente en esta frontera entre la normalidad y la patología donde se dibuja con nitidez la fuerza de los síntomas, el poder de la fantasía y lo irreductible del deseo, nunca satisfecho.
Es en esta frontera donde el ADN del alma humana puede ser descifrado.”

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FRAGMENTO DE "LOS DIABLILLOS ROJOS"

TOÑI
Sentada y repitiendo para sí misma como en letanía.
Me quiero ir, me quiero ir, me quiero ir a mi casa, a mi casa, me quiero ir, me quiero ir, me quiero ir a mi casa, a mi casa...
ANDRÉS
Seis meses estuvo en la cama Tomás, en los cuales se secó y se puso, como suele decirse, en los huesos, y mostraba tener turbados los sentidos. Y aunque le hicieron los remedios posibles...
TOÑI
Al verlo y señalándole la máquina de escribir. En broma.
¿Qué? ¿Paseando al perrito?
ANDRÉS
Ladrando en broma. A la máquina.
Calla, Olivetti, que nos van a descubrir.
A TOÑI.
Te has confundido de unidad, oftalmología es en el tercer piso... ¿No vas a desayunar?
TOÑI no contesta.
Cierran el comedor en quince minutos.
TOÑI
A lo suyo.
Me quiero ir, me quiero ir a mi casa.
ANDRÉS
Y yo y todos... ¡Anda qué lista!
TOÑI
De aquí no me muevo hasta que no me den el alta.
ANDRÉS
Vuelve a repetir su texto.
Seis meses estuvo en la cama Tomás, en los cuales se secó y se puso, como suele decirse, en los huesos...
TOÑI
¿Por qué lo repites?
ANDRÉS
Para que no se me olvide.
TOÑI
¿Qué es lo que no quieres olvidar?
ANDRÉS
El libro. Me lo estoy aprendiendo de memoria.
TOÑI
¿Eres actor?
ANDRÉS
¡Qué va! Es que van a prohibir los libros.
TOÑI
¿Pero qué disparates dices?
ANDRÉS
Es un plan secreto de la “troika”... Lo leí en un tuit.
TOÑI
Anda que no se escriben tonterías en los “tuitis”esos...
ANDRÉS
Que sí, que los van a quemar como hizo Hitler en Berlín. Por eso yo los memorizo. Con este ya llevo diecisiete.
TOÑI
¿Diecisiete?
Señalando la cabeza.
A ti se te ha ido...
ANDRÉS
Recitando.
Solo le sanaron la enfermedad del cuerpo, pero no lo del entendimiento, porque quedó sano y loco... De la más extraña locura que entre las locuras hasta entonces se había visto.
TOÑI
Porque no habían visto a las locas de mi sala...
ANDRÉS
Imaginó el desdichado que era todo hecho de vidrio...
TOÑI
¿Estás chalado?¿ Cómo va a haber un hombre de vidrio?
ANDRÉS
Se creía de vidrio.
TOÑI
Creyendo que lo sabe.
¡Don Quijote!
ANDRÉS
Que no, mujer. Que ese es otro loco. Don Quijote se creía caballero andante.
TOÑI
Ah, sí, don Quijote y Sancho. Tanto monta, monta tanto don Quijote como Sancho.
ANDRÉS
El que se creía de vidrio era el licenciado Vidriera.
TOÑI
No tengo el gusto de conocerle... ¿Y tú de qué estas loco? Porque tú...
ANDRÉS
Con complicidad, diciendo la célebre frase de Dalí e imitándole.
La única diferencia entre un loco y yo, es que yo no estoy loco.
TOÑI
Sorprendida, riéndose.
Y yo soy Napoleón Bonaparte, ya te digo... Anda, que estás como vaca sin cencerro.
ANDRÉS
¿Y tú, qué, estás de vacaciones? Porque te han traído aquí.
TOÑI
Sí, pero me han traído por culpa de los diablillos rojos.

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