COMEDIAS BÁRBARAS
DE
RAMÓN DEL VALLE-INCLÁN
Edición y prólogo de
Fernando Olaya Pérez
Tapa blanda. 340 pág.
15 x 24 cm.
ISBN 978-84-946696-0-6. 18 euros.
PRÓLOGO (FRAGMENTO)
Las
Comedias Bárbaras se componen de tres obras teatrales de Valle-Inclán: Cara
de Plata (1923), Águila de Blasón (1907) y Romance de Lobos (1908).
Se trata por tanto de una trilogía ambientada en la Galicia rural de mediados
del siglo XIX. Su protagonista es don Juan Manuel Montenegro, noble,
mayorazgo, vinculero, hombre inhóspito para su tiempo pues parece vivir en un
pasado que ya no existe. Señor del mayorazgo y vinculado a sus tierras por
herencia ancestral, está casado con doña María, señora a la antigua usanza, que
también aportó su dote al mayorazgo, y tienen seis hijos ya mayores: don
Pedrito, don Mauro, don Farruquiño, don Gonzalito, don Rosendo y don Miguel, el
pequeño y más conocido como Cara de Plata.
Cara
de Plata, aunque es la última obra que se publica, figura en primer lugar
en el orden cronológico de la trilogía. Continúa la acción en Águila de
Blasón y se produce el desenlace en Romance de Lobos. De todas
formas cada obra puede leerse y ponerse en escena independientemente, pues
todas ellas tienen un planteamiento, nudo y desenlace, que la trilogía lo que
hace es enmarcar a un nivel superior.
El
trasfondo histórico de las Comedias Bárbaras es la liquidación de una
forma de vida. Son los últimos coletazos de un sistema social que ha caído en
desuso. A la postre el cambio únicamente verificará que todo sigue igual bajo
otras formas de relaciones sociales. Pero las perturbaciones en estas trastocan
profundamente la vida cotidiana de toda la población. La vinculación de los
siervos (de la gleba, en terminología medieval) a la tierra que trabajan, no se
va desmontando en España, en la práctica, hasta bien entrado el siglo XIX. La
famosa desamortización de Mendizábal es el paradigma legal de una situación que
todavía se prolonga de facto hasta pleno siglo XX. Al cambiar el sistema de
herencia de los mayorazgos, por el que los primogénitos heredan todas las
tierras, se produce una partición de estos que hará a sus detentadores
irrelevantes socialmente. A la par que se van ganando en importancia otras
fuentes de riqueza derivadas de la revolución industrial, que va llegando a
España de manera retrasada, lenta, pero inexorable.
La
trama de las Comedias Bárbaras se centra, precisamente, en la caída de
uno de estos herederos de los señores feudales, don Juan Manuel Montenegro,
que en las tres obras es referido por multitud de nombres (linajudo, vinculero,
mayorazgo), pero que aparece en las entradas de los personajes como el Caballero.
Su caída será inexorable, pues su poder ya no corresponde a los tiempos que
corren. El mismo proceso de envejecimiento del protagonista es uno de los hilos
conductores de la trilogía. En Cara de Plata, pletórico de fuerza y
energía, es capaz de arrebatar a Doña Sabelita de los brazos de su propio hijo
y convertirla en su barragana, o concubina. En Águila de Blasón muestra
sus grietas al ser robado por sus propios hijos, que quieren cobrarse su
herencia en vida, al mismo tiempo que es capaz de seguir desafiando a todo su
entorno, que se desmorona. Pero en Romance de Lobos, con la muerte de su
mujer legítima, doña María, se resquebrajará su ser por dentro. Haciendo acto
de contrición renuncia a todo, para al final tener que ponerse al frente de
los pobres para hacer frente al despótico ejercicio del poder por parte de sus
desalmados hijos-lobeznos.
CARA DE PLATA (FRAGMENTO)
ESCENA
CUARTA
Huerto
de luceros, la tarde, y entre cuatro cipreses negros, las piedras románicas de
San Martiño de Freyres. Son remotas lumbres las cimas de los montes, y las
faldas sinfónicas violetas. Pasa el rezo del viento por los maizales ya
nocturnos, y se están transportando a la clave del morado los caminos que aún
son al crepúsculo almagres y cadmios. San Martiño de Freyres, por la virtud
crepuscular, acendra su karma de suplicaciones, milagros y cirios de muerte.
Alanos de mujer encienden la lámpara del presbiterio. Vuela asustada una
lechuza. SABELITA, en sombra, aparece bajo la lámpara, y en la puerta,
refrenando el caballo, CARA DE PLATA.
CARA DE PLATA
¡Isabel!
SABELITA
¡No
me hables!
CARA DE PLATA
Levanta
los ojos para mí.
SABELITA
No
quiero mirarte.
CARA DE PLATA
¿Tanto
me aborreces?
SABELITA
¡Espanto
me das!
CARA DE PLATA
¿Sabes
de dónde vengo?
SABELITA
De
alguna obra mala.
CARA DE PLATA
De
brindarle las paces a tu tío.
SABELITA
Eres
tú muy soberbio para ello.
CARA DE PLATA
Soy
más enamorado.
SABELITA
¡Tarde
del amor acordaste! ¿Y mi tío, a tus paces qué ha respondido?
CARA DE PLATA
El
trabuco sacó de la sotana como si fuese un Santo Cristo.
SABELITA
¡Lástima
no haberte matado!
CARA DE PLATA
¿Por
qué quieres vestirte de luto?
SABELITA
¡Me
vestiría de grana!
CARA DE PLATA
¡Embustera!
¡Isabel, bodas sellan paces!
SABELITA
¡Las
cruces te hago!
CARA DE PLATA
¡Por
el asilo de la iglesia no te prendo ahora por la cintura y te llevo robada
sobre mi caballo!
SABELITA
¡Pirata!
CARA DE PLATA
¡Isabel,
adiós!
SABELITA
¡Adiós,
Carita de Plata!
Entra
FUSO NEGRO con el bonete lleno de piedras por la puerta de la sacristía, y se
extingue el sonoro galope con que se aleja CARA DE PLATA.
FUSO NEGRO
¡Touporroutóu!
Juntando para una casa. ¡No bastan siete mil bonetes! ¡No bastan! ¡Si bastasen!
Tengo que hacerme la casa, y prontamente. Me viene una moza embarcada de
América. ¡Touporroutóu! ¡La tengo preñada! Aún no la he visto y trabajo todas
las noches con ella. Pecamos a las escuras. ¡Hay que pecar! ¡El que no peca se
condena!
SABELITA
Respeta
la iglesia, Fuso Negro.
FUSO NEGRO
Ya
la respeto. Espera que tenga la casa levantada, y nos ajuntamos.
¡Touporroutóu! A la otra tengo preñada. Trae en el bandullo treinta y siete
varones y treinta y siete hembras. Esta noche voy en el caballo del viento,
trabajo contigo y a ella la degüello.
SABELITA
¡Fuso
Negro, no me asustes! ¿Qué quieres aquí?
FUSO NEGRO
Mirarte.
SABELITA
¡Vete!
FUSO NEGRO
¿Me
das para un vaso?
SABELITA
¡Vete!
FUSO NEGRO
Si
no me das para un vaso, enséñame las piernas.
SABELITA
¡No
me asustes, Fuso Negro!
FUSO NEGRO
¡Touporroutóu!
¡Ay, canela! ¡Dame para un vaso!
SABELITA
No
tengo.
FUSO NEGRO
¡Qué
buena idea, de mala idea, soltar el vino todo que hay en el mundo, todo a
correr en una fuente de cien mil tornos! ¡Qué
idea más buena! ¡Y que las vacas, en vez de bostas, vertiesen panes por bajo
del rabo! ¡Otra buena idea! ¡Pero de mérito! Todo anda mal. El mundo va
descaminado. Yo sé el remedio, y otros lo saben. Ninguno lo declara. Al
primero que hable, cuatro tiros, mandamiento del cabrón gobierno. Satanás podía
gobernar el mundo a satisfacción de unos y de otros. ¡Touporroutóu! Siendo,
como es, tan lagarto, podía darse con todos la lengua.
SABELITA
¡Respeta
la iglesia! ¡Vete que me asustas, Fuso Negro!
FUSO NEGRO
Reinando
Satanás, las mujeres andarían en cueros. De punta de viernes a punta de
viernes, beber y comer con fornicamento. Mal gobernado el mundo, sería algo de
mérito. ¡Cara bonita, amuéstrame las piernas!
SABELITA
¡Vete!
FUSO NEGRO
No
quiero.
SABELITA
¡Vete,
o doy voces!
FUSO NEGRO
¡Amuéstrame
las piernas, puñeta!
SABELITA
¡No
me asustes, Fuso Negro!
FUSO NEGRO
¡Touporroutóu!
¡Qué blanca eres! ¡Dame una vicada, concho! ¡Madre Santísima, qué virgo tienes!
El
románico pórtico, bajo los santos de piedra, el fálico triunfo, la risa en balandros,
los ojos en lumbre, la greña frenética. SABELITA, con un grito, invoca al
lejano caminante de los caminos crepusculares.
SABELITA
¡Socorro!
FUSO NEGRO
Concho,
que te como la lengua.
SABELITA
¡Socorro!
Imprecador
y violento, por el muro del atrio salta impensadamente un negro jinete, y el
loco se revuelve bajo las herraduras, greñudo y espantable, como los moros del
señor Santiago. Después, convulsa y blanca levantada en el arzón, la niña
desmaya la frente sobre el hombro del CABALLERO.
SABELITA
¿Padrino,
a dónde me lleva?
EL CABALLERO
¡Conmigo
para siempre!
SABELITA
¡Para
siempre!...
En el camino, una vieja
halduda se aparta casi bajo las patas del caballo, y se hace la cruz.
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