COMO MEJOR ESTÁN LAS RUBIAS ES CON PATATAS,
de ENRIQUE JARDIEL PONCELA
Tapa blanda, 324 pág. 13,8 x 21 cm.
ISBN 978-84-946696-6-8
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FRAGMENTO DEL PRÓLOGO,
por ENRIQUE GALLUD JARDIEL
Esta
pieza teatral —la penúltima de las que escribiría Jardiel— se estrenó en el
Teatro Cómico de Madrid el 6 de diciembre de 1947. Era la compañía del propio
autor, que era a la vez empresario, y no contaba con figuras de especial
renombre, sino con actores versátiles y eficaces, cuyos nombres no son hoy
conocidos. El papel principal corrió a cargo de Manuel Hernández y en el
elenco se hallaban también la compañera sentimental de Jardiel y su hija
pequeña, Mariluz, que debutó con esta obra.
[...]
Se
trata de una farsa rabiosamente cómica, de una comedia «sin corazón», como su
creador mismo la definía, pero llena de fantasía, con gran acumulación de
situaciones extremas e inverosímiles y muchos personajes estrafalarios y
excéntricos, así como gran ritmo y dinamismo en su trama argumental.
FRAGMENTO DE LA OBRA "COMO MEJOR ESTÁN LAS RUBIAS ES CON PATATAS" DE ENRIQUE JARDIEL PONCELA
El ansia de oír lo que está transmitiendo la «radio» es común a
todos los personajes, pero la situación de espíritu con que escucha cada cual,
a excepción de COSCOLLO, que, naturalmente, no escucha, dista mucho de ser la
misma. Y así, mientras BUITRAGO, que se halla con COSCOLLO, en pie, a la
derecha del aparato, expresa una ansiedad optimista, BERNARDO, en el sillón de
cuero situado junto a él, aparece abrumado, acogotado y como aplastado. Y
mientras OBDULIO y TULA, formando rancho aparte, ella sentada y él reclinado en
la mesa de despacho, son los menos afectados, en la apariencia, por los
acontecimientos, ALBERTINA yace semiderrumbada en el sillón de orejeras, a la
izquierda de la «radio», llorando, gimiendo, comiéndose a pedazos un pañuelo y,
en fin, ofreciéndose a los espectadores como la imagen viva de la desolación y
de la desesperación más extremadas.
EMPIEZA LA ACCIÓN
Los
seis personajes escuchan, en medio de un silencio absoluto, la VOZ DEL LOCUTOR
de «radio», que suena en el aparato.
VOZ DEL LOCUTOR
Por
el aparato.
Así es que atención, señores radioyentes... ¡Mucha atención!
Porque dentro de breves instantes, y por boca del redactor jefe de la Agencia
Intercontinental de Prensa, señor Movellán, transmitiremos las últimas
noticias del extraordinario acontecimiento que en estos momentos tiene a todo
nuestro país y a las clases científicas del mundo entero pendientes de nuestro
micrófono...
ALBERTINA
Gimoteando
amargamente.
¡Y tan pendientes como estamos todos, Dios mío de mi alma!
Llora
con desconsuelo.
BERNARDO
Conmovido
y apurado, acariciándole las manos.
¡Vamos, Albertina, vamos!...
ALBERTINA
llora fuertemente. Por el foro izquierda aparecen en ese instante MARTA y
MARÍA, la primera con uniforme y la otra con delantal blanco, y las dos con las
caras llenas de arañazos y las cabelleras en desorden. MARTA trae un frasquito
en la mano, que entrega, rápida, a BERNARDO.
MARTA
¡Las sales! ¡Aquí están las sales!
BERNARDO
¿Las sales?
MARTA
Las sales inglesas que nos mandó traer el señor por si le hacían
falta a la señora..
BERNARDO
¡Ah, sí, sí! Ni me acordaba ya. Claro. Si es que tiene uno la
cabeza hecha un lío... Vengan, ¡vengan las sales!
Coge
el frasquito.
Que me parece que, de un momento a otro, las vamos a necesitar
todos...
Fijándose
en el aspecto de las chicas.
¿Eh? Pero y esas caras y esos pelos ¿qué significan? ¿Es que
habéis vuelto a pelearos otra vez?
MARTA
No, señor, no...
MARÍA
No, señor, solo una discusión.
MARTA
Una discusión que hemos tenido en la cocina sobre si nos habían
mandado traer las sales o nos habían mandado traer el éter…
BERNARDO
Pues era las sales.
MARTA
¡Claro! Lo que yo decía.
Ambas
se arreglan los desperfectos de la discusión. A MARÍA.
¡Como siempre! ¿Te convences? ¿Ves como de las dos era yo la que
tenía razón?
MARÍA
Amenazadora,
por lo bajo.
¡En la cocina te diré yo a ti luego quien era la que tenía razón
de las dos!
ALBERTINA
Enérgicamente.
¡Chist! ¡Silencio!
Escucha
VOZ DEL LOCUTOR
Por
el aparato.
Y, como es natural, señores
radioyentes, al hablar de acontecimiento extraordinario, nos referimos al que
es hoy tema de todas las conversaciones, es decir, el feliz e inesperado
hallazgo, el dichoso y providencial encuentro del glorioso investigador, del
portentoso sabio, del genial profesor de Antropología y director de nuestro
Museo de Ciencias Prehistóricas, don Ulises Marabú y Novaliches.
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