PENSIÓN LIBERTAD
DE
JESÚS CARAZO
Prólogo de Emilio
Peral Vega
Tapa blanda. 224 pág. 13,8
x 21 cm.
ISBN 978-84-946696-3-7. 14 euros.
Imagen de portada:
Detalle del cuadro "Café Gijón II" de Consuelo Hernández
FRAGMENTO DEL PRÓLOGO
POR EMILIO PERAL VEGA
En Pensión Libertad, tres mujeres -Olivia, Vera y
Fanny- se encuentran en esta pensión, regentada por doña Gloria, una y otra de
nombres parlantes, pues que el recinto más bien es síntoma de lo contrario,
situado, como está, justo frente a una cárcel, y que la «gloria» que ansían
alcanzar las tres féminas con sus respectivas visitas a padre, marido y novio,
recluidos en la referida prisión por motivos diversos, acabará por revelarse la
más pesada de las condenas.
Este drama, de factura muy clásica, al menos en sus dos
primeros cuadros, se va hilvanando a partir del diálogo cruzado entre las
protagonistas, en el que, una vez más, deja sentirse el placer de Carazo por
indagar en la psicología femenina -recuérdese La reina que no quiso reinar o
Y entre la hierba, el miedo-. Contar tu historia personal -sea
esta la de doña Gloria, la de Olivia, la de Vera o la de Fanny- te expone,
irremediablemente, tal como quisiera Sartre, a la mirada del otro, volviéndote
más frágil y convirtiéndote en un objeto para él. Carazo nos hace partícipes de
este proceso de desnudamiento y de fragilidad crecientes para sus
protagonistas. A un tiempo, sin embargo, la desconfianza sartriana queda rotundamente contrarrestada
por la fortaleza reconstituyente de la palabra, de la palabra dicha, como
mecanismo para exorcizar los renglones torcidos del pasado, aplacar la culpa
y, en consecuencia, afrontar un presente sano. No creo descabellado advertir
ciertas similitudes, en este último sentido, con el Mayorga de El arte de la
entrevista.
FRAGMENTO DE "PENSIÓN LIBERTAD" DE
JESÚS CARAZO
CUADRO PRIMERO
[...]
OLIVIA
Contemplando el exterior.
¡Es
un edificio realmente horrible!
DOÑA
GLORIA
Pues
por dentro es mucho peor, ya lo verás. Pero ahora están viviendo un año
tranquilo, casi sin violencias. Ha habido épocas muy malas: motines, peleas, asesinatos...
OLIVIA
¡Me
está usted asustando, señora!
DOÑA
GLORIA
Gloria.
OLIVIA
Sí...,
Gloria... Ya veo que conoce muy bien ese lugar.
DOÑA
GLORIA
La
gente que viene me cuenta cosas...
OLIVIA
Y,
además, su marido...
DOÑA
GLORIA
Sorprendida.
¿Cómo
sabes lo de mi marido?
OLIVIA
Alguien
se lo contó a mi padre.
DOÑA
GLORIA
¿Qué
le contaron?
OLIVIA
Bueno,
no mucho: que su marido estuvo encerrado ahí dentro... unos cuantos años.
DOÑA
GLORIA
Dieciséis.
Por un crimen que no había cometido.
OLIVIA
¡Sí
que es una desgracia!
DOÑA
GLORIA
Pero
es la verdad. Mi marido no mató a aquella mujer.
OLIVIA
¡Una
injusticia más!
DOÑA
GLORIA
Él no
quiso defenderse. Manolo era así. Y no hubo manera de que lo soltasen. De modo
que pasé dieciséis años haciéndole visitas. Y para no acabar enloquecida yendo
y viniendo desde Valladolid, puse esta pensión, aquí, muy cerca... En los
últimos tiempos podía ver desde el balcón el ventanuco de su celda. Por las
mañanas ataba un pañuelo a los barrotes para decirme que pensaba en mí, que se
acordaba de mí...
OLIVIA
Bueno,
pero al final salió y pudieron vivir tranquilos.
DOÑA
GLORIA
Al
pobre le duró muy poco. ¡Dos semanas de libertad!
OLIVIA
¿Dos
semanas? ¿Lo encerraron de nuevo?
DOÑA
GLORIA
Murió
de un ataque al corazón... ¡Una historia muy triste! Es mejor olvidarla. ¡Han
pasado ya tantos años...!
Un silencio.
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