NINA
de
JOSÉ RAMÓN FERNÁNDEZ
Tapa blanda, 200 pág. 13,8 x 21 cm.
ISBN 978-84-946696-5-1
FRAGMENTO
DEL PRÓLOGO
(por Rosa
Serrano Baixauli)
[...] A lo largo de la obra vemos cómo el conflicto que vive en
cada uno de los protagonistas se ve superado tras la evolución de los
personajes. Y dicha evolución parte del contacto con el otro.
La vida de una persona puede cambiar en dos segundos, porque las
cosas nos trascienden dejando huella en nosotros. El encuentro que sucede entre
ambos, la noche que pasan entre alcohol, recuerdos, conversación e intimación
sexual, es el preludio, la antesala de lo que a partir de entonces serán sus
vidas, porque como podemos leer al final de la obra:
A
este día le seguirán otros, aunque ahora parezca imposible.
José Ramón Fernández crea personajes de carne y hueso y para ello,
además de los diálogos se sirve de las didascalias, para conseguir que el
personaje quede plenamente configurado como ser humano, con sus defectos, sus
virtudes, sus miedos, sus anhelos… en definitiva, con la complejidad que a
todos nos caracteriza.
El uso de las didascalias en nuestro dramaturgo alcanza una
belleza digna de destacar, puesto que el gusto por la lengua, el origen de las
palabras y el poder de la significación que de ellas se desprende es un valor
añadido en la dramaturgia de J. R. Fernández.
Foto puesta escena en Teatro Fernán-Gómez (8/6 al 2/7 de 2017)
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Fragmento
de "NINA"
de José Ramón
Fernández
NINA
mira a BLAS. Quiere reconocer a su amigo. Sabe que BLAS tiene que estar debajo
de ese tipo irreconocible, que habla como hablaban los viejos del bar cuando
ellos eran críos. Como un viejo. NINA bebe. Bebe con sed. Bebe con la facilidad
que da el haber bebido mucho. Saber beber coñac como si fuera agua precisa
tiempo, o bien un aprendizaje muy intenso. NINA casi ha apurado la copa. BLAS
sabe lo suficiente de esto como para no hacer comentarios y dejar la botella
encima de la mesa. NINA también se da cuenta de que ha explicado algo sobre su
vida que no deseaba mostrar, y que ya hay poco remedio. Busca una salida.
Sonríe.
NINA
Pero tú eras maestro.
BLAS
Sí. Bueno. Me cansé. ¿Y tú? La peli que hiciste no la trajeron.
La van a dar en la tele, ¿no?
NINA
No lo sé.
BLAS
Alguien me lo dijo. No me acuerdo.
NINA
¿Gabi?
Pausa.
BLAS
No. Sí, a lo mejor fue Gabi. No lo veo mucho, pero sí pudo ser él.
Él está más enterado. Y siempre habla de ti; si hay alguna noticia de cosas que
estás haciendo, siempre la sabe Gabi. Lo de la peli me lo tuvo que contar él.
Yo ahora voy bastante menos. Las veo en la tele. ¿Está bien?
NINA
¿Qué?
BLAS
La peli, que si está bien.
NINA
No ha funcionado mucho. Es todo muy difícil. No hay dinero y no
promocionan. Ya sabes.
BLAS
hace que no sabe. Sigue sin despegarse del papel de pariente del pueblo.
BLAS
Aquí es que lo que ponen en los cines del centro comercial es casi
todo americano. El Excelsior lo están arreglando. Lo compró la Caja. ¿Tu papel
estaba bien?
NINA
Sí. Lo cortaron mucho. Al final se queda en un ratito. Es lo que
dijo una actriz: “Creía que lo único que había hecho era esperar”. Lo que he
hecho más es teatro.
NINA
mira la botella.
BLAS
Fue Bette Davis. La de la frase. Bueno, creo.
NINA
Seguro. Tú eras el Libro.
BLAS
El Libro. Hacía tiempo que no me lo llamaba nadie.
A
BLAS le da vergüenza aquel mote. Era el Libro porque leía las críticas del
periódico y veía todo lo que traían a los cines. En realidad, sabía poca cosa.
No está seguro de si hay sarcasmo en el comentario de Nina. NINA está tomando
confianza. Se siente segura. Blas es inofensivo, y hasta puede saber cosas
acerca de cómo va todo por allí. Se sirve otro brandy casi de manera mecánica.
NINA
Pues me parece muy mal que ya no vayas al cine. Siempre pensé que
si dejabas de ir tú lo acabarían cerrando.
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